100_1528-jpg_342846184Este lugar de culto conserva el tipismo de las ermitas antiguas del siglo XVIII, destacando de su fachada la original combinación de colores ocre y granate y la utilización de la piedra plana para realizar el zócalo y el adorno en forma de cruz que aparece sobre las ventanas circulares de la fachada principal.

En el interior, nos encontramos con una iglesia de planta de cruz latina, compuesta por tres naves, separadas de la central con tres grandes arcos de medio punto. Por una de estas naves laterales se accede al coro cuyo suelo mantiene el artesonado original, con vigas y tablas de madera.

Al fondo, se sitúa el Altar Mayor con un retablo, de estilo gótico y que, según los testimonios vecinales, fue fabricado con tablas recicladas procedentes de cajas de tabaco. En el centro de este retablo, se encuentra una capilla presidida por la imagen de la Virgen de la Purísima, patrona de la parroquia y del puebleo de Balsapintada. A ambos lados, y sobre unas ménsulas, destacan también las imágenes de Santiago Apóstol, co patrono de la iglesia, y de San Isidro Labrador.

En la sacristía se encuentran algunos objetos religiosos como un cáliz y un copón, elaborado con los duros y alhajas que donaron los vecinos de Balsapintada tras acabar la Guerra Civil. Ellos mismos son los que cuentan también que en el lugar donde en la actualidad se encuentra el cirio pascual y la pila bautismal, existe un subterráneo utilizado por los militares, en tiempos de guerra, como refugio de los ataques bélicos y que fue tabicado durante la restauración de la iglesia. En ese tiempo además, los vecinos también recuerdan cómo los santos del templo eran quemados en grandes fogatas y las mujeres, a modo de ofensa, utilizaban el manto de la virgen para confeccionarse vestidos.