A principios del mes de mayo de cada año, feligreses y devotos de la Virgen de Fátima portan a hombros su imagen, desde la Iglesia de Ntra. Sra. de Montserrat hasta la Ermita que, desde el año 1992, fue construida en la cumbre del Monte de Los Cabecicos. El recorrido de la ascensión al calvario está jalonado con un Vía Crucis y algunas hornacinas con imágenes religiosas.
Para algunos pinilleros, subir hasta Los Cabecicos supone recordar aquellos tiempos en los que “El Tío Canas”, el guarda del lugar, custodiaba los bancales de cereales que se encontraban a los pies del monte. Junto a ellos, se iniciaba el camino del Vía Crucis que los devotos cumplían con religiosidad hasta llegar a la cruz de madera instalada en la propia cima de la montaña.
Entre las plegarias y oraciones también se agolpan los recuerdos de aquellas traviesas niñas que, entre sus rezos y juegos infantiles, pisaban las plantaciones de cereales provocando con ello el enfado del guarda.
La Guerra Civil terminó destruyendo este lugar de culto y veneración pero, a pesar de que el panorama era desolador, los pinilleros siguieron rezando sus oraciones acompañados por el cura del pueblo. Una tradición que sigue manteniéndose viva hasta el día de hoy.
El altar cubierto bajo un templete de cúpula redonda que hoy podemos contemplar, congrega cada año a cientos de fieles del lugar y de otros pueblos cercanos. Sus miradores ofrecen una vista espectacular de todo el valle de Fuente Álamo, la sierra del Algarrobo y la de Carrascoy.