Existen vestigios que ponen de manifiesto que la actual Iglesia de Los Almagros (anteriormente Ermita) es originaria del siglo XVI.
En 1936, el conjunto arquitectónico de este templo fue devastado por la guerra, al igual que la imagen de la titular, la Virgen de la Luz, pero la devoción y aportaciones de los vecinos de este pueblo consiguieron que la talla volviera a relucir completamente restaurada en el año 1939. Después, fueron las promesas y donaciones las que vistieron a la virgen con túnicas y mantos bordados y con una larga melena de pelo natural, regalo de una fiel lugareña.
A partir de ahí, y como si de una gran familia se tratara, todo el pueblo de Los Almagros, se volcó en la recuperación de tan querida Iglesia. De esta manera, hubo quien aportó su destreza artística para pintar las imágenes de los cuatro evangelistas que, en la actualidad, junto con la lámpara de forja dorada, lucen desde la cúpula del templo. El resto de imágenes fueron ocupando sus propias hornacinas gracias a las donaciones de los vecinos más pudientes del lugar. La pila bautismal, original de la época, se mantiene en perfecto estado de conservación a pesar de que, durante la contienda, fue utilizada como abrevadero para los animales.
Muchos son los que afirman que, tras acabar la Guerra Civil, fue la visita de un monje la que marcó un nuevo hito entre la comunidad religiosa de Los Almagros. Recibido con una gran fiesta, el clérigo portaba en sus manos un medallón de metal que regaló a los feligreses del pueblo como amuleto para favorecer los tiempos de prosperidad y buenos augurios. Se trata de una “cruz de las indulgencias” en cuyos brazos está escrito: Christus Deus, Iesus homo (“Cristo Dios, Jesús hombre”). Esta inscripción sepulcral viene acompañada por dos círculos concéntricos donde, además, se puede leer: Osculantibus crucem hanc in ecclesia positam et recitantibus pater indulgente 200 dierum semen in die (“Quien besa la cruz en la catedral y reza un Padre Nuestro una vez al día, se le concederá una indulgencia de 200 días”). Este medallón, reservado únicamente para las grandes catedrales, se encuentra ubicado en la entrada al templo, concretamente, en la primera columna de la derecha.
Pero la Iglesia dedicada a la Virgen de la Luz encierra en su interior otro motivo de veneración. Se trata de una reliquia perteneciente a un santo benefactor (posiblemente, del siglo XIX) y que se encuentra custodiada sobre la mesa del Altar Mayor.
En el año 1781, se obraron las capillas y en el 1914 la torre que ensalza la actual Iglesia.